Con motivo de la actualización de los contenidos de la página, aprovechamos para compartir el artículo publicado por la investigadora de INGENTES Luz Fernández-Valderrama junto al profesor José Ramón Moreno en el Nº 68 de la Revista Archipiélago, bajo el título “Arquitectura y Turismo”.
AUTORES: MORENO PEREZ, J. RAMÓN; FERNANDEZ-VALDERRAMA APARICIO, LUZ. TITULO: ARQUITECTURA Y TURISMO. REF. REV: Revista Archipiélago. Cuadernos de Critica de la Cultura. Nº68, 2005, pp. 73-84. ISSN: 0214-2686.
Adjuntamos a continuación el artículo completo.
Resumen
Sobre una misma pregunta dos arquitectos ensayan respuestas propias que en su desarrollo terminan por entrelazarse formando un texto nuevo que apunta hacia el entendimiento de la relación entre los ámbitos y los modos de vida del turismo y las escenificaciones contemporáneas de la arquitectura y su ambigua función como desafío de una vorágine en la que se mezclan de manera sugerente muchos de los componentes con los que hoy se ensayan una nueva territorialidad para los modos de vida contemporáneos.
Instalaciones muy definitivas o pocos provisionales.
Acerca de la arquitectura de los sitios del turismo.
José Ramón Moreno Pérez
Quién primero rompió la austeridad formulada por la arquitectura como apariencia de la abstracción a la que había consagrado su proyecto de definición, dominación y control de la vida fue el ocio, como tiempo sobrante del eje central de la producción. Podría desvelarse una genealogía oculta basada en la relación apenas formulada entre las diversas variaciones de la partitura del movimiento moderno y el gradiente que marca la variabilidad del tiempo libre en la vida de los individuos domesticados por la modernidad.
El final de esta relación variable, no sería otra que el punto en que la propia abstracción dominante es subsumida por la vida (Negri dixit y pixit). A partir de ahí las categorías –o más bien dicotomías- cesan en su capacidad de enunciar lo real para convertirse en anacronismos heredados de un mundo anterior que parece seguir siendo el nuestro. Los maestros del milenarismos se han encargado y explotado la fabricación de diccionarios capaces de hacernos comprender con palabros sorprendentes lo que estaba sucediendo en el entorno artificial y construido que ya nos rodeaba del todo.
Así, ahora, no hay ya vacaciones respecto al tiempo ocupado, ni ocio respecto al trabajo, ni consecuentemente arquitecturas encargadas de escenificar unos u otros tiempos. Este hecho ha contado con un largo y mezclado proceso en el que se aprestaban desde los medios de comunicación a la arquitectura, desde el diseño de moda de la arquitectura al pop del consumo de masas, de la búsqueda de aventura al sosiego extremo de un retiro imposible. Todas esas posibilidades iban conformando un continuo virtual y menos real, mental y costumbrista que desembocaría en lo que hoy reconocemos finalmente como arquitectura de los escenarios del turismo. Arquitectura de grado cero, tal como pretendían parte de la vanguardia, de cantidad y serialidad antes que de cualidad y creación, ajustado dispositivo entre una vida abstracta y los mecanismos de configuración de una acumulación financiera total. Comprobación exacta de ajuste perfecto entre racionalidades enfrentadas pero coincidentes, ahora sin violencia y con gusto: Auswich y Mies.
En ella se dan cita sin solución de continuidad parques temáticos, campamentos diseñados para compensar las carencias de los otros sitios, fragmentos del pasado patrimonializados, escenificaciones de vidas perfectas, seguras y sin riesgos y atmósferas virtuales futuras. Pero todos esos lugares de expulsión, no-lugares, vacíos o simplemente soportes de integración ficticias se superponen en un continuo mental, en un imaginario virtualizado a través de una codificada selección de imágenes que permite unir lo separado, relacionar lo opuesto, coexistir lo diferente, traza una especie de censura sobre todo lo que está prohibido entre otros ámbitos, abre posibilidades extra-ordinarias a lo que no se podría ver, describir, pensar o vivir, admite la proximidad o incluso la invasión de los otros, celebrando una especie de romería donde la identidad es la suma dada por la coexistencia de muchas cosas diferentes que terminan por materializar socialmente esa categoría (Negri dixit y pixit) del multitudo. No masa, no individualidades, no comunidades, no ciudadanía sino llanamente multitud . Probablemente el único dispositivo de congregación que se correspondería con una desregularización salvaje y una individualidad defensiva ante la amenaza .
Y, contrariamente a lo observado como anomalía salvaje, aquí, en este solar artificializado y altamente construido hasta el montaje de los lugares ¿arquitecturizados? del turismo se implanta un laboratorio de ensayos para la globalización. Allí coexisten razas, mundos, localismos, finanzas, políticas, inversiones, regimenes de vida, representaciones virtuales, mapas diversos o alternativos, acciones canallas, marginalidad de lujo…: unos enormes brazos abiertos al orbe de lo globalizado, un centro vacío que sólo llenan las múltiples secciones de los flujos que la constituyen. Nunca el régimen oprobioso de la dictadura estuvo tan cerca de diseñar el futuro.
Mientras tanto, los iniciados hacen sonar sus platillos en los cerros de su aislamiento, celebrando su perfecta perfección de élite congraciada con el reconocimiento de su estricta cuota de yoidad que el continuo del sistema le has reservado, olvidando desde la ruina de su memoria que alguna vez fueron conciencia viva. Con ellos sus instituciones, preocupadas del reparto de cuotas que puedan asegurarle su subsistencia última de un pequeño futuro que se siente amenazado, pues después del 92, esto ya no es lo que era: clientelismo, estado del corto bienestar, lo público, la política, los amigos y los ritos de reunión financiados. Esta es una pequeña historia de la arquitectura que tendrá que ser desvelada a los topos de aire.
Pero un redimido esfuerzo en el que se hayan comprometida ciento de ilusiones, ojos tiernos sin memoria, se ha abierto a la complejidad de ese mundo y ya navegan en barquichuelas que al menos se familiarizan con los flujos: e la nave va… Como en el cuento de Calvino, mil mapas habrían de trazar esos marcopolos para dar cuenta al Khan de la apariencia de ese nuevo imperio, sólo que ya no hay tal, ni ellos son aventureros, o quizás si.
Esa tarea termina por producir efectos muy distintos, y es que la superposición continuada –presente por medio de la sempiterna mediática de la comunicación- decanta composites de materias planimétricas muy distinta, que por transparencia desvelan aspectos o complejas representaciones de paisajes alternativos al imaginario cambiante, pero no lo suficiente. Los más agudos han probado, juntando dicho fenómeno con los problemas de desregularización, desintegración y desaparición a los que se haya sometido lo social, dispositivos de corto alcance en los que comienza –desde el grado de la expropiación completa, pero surtida de tecnologías, de lenguaje y habitación- de experimentos divertidos, a veces necesarios y en todo caso capaces de terapias complementarias de las carencias de las biopolíticas –sean las de Agamben o Foucault- al uso.
Corre uno la tentación de la comparación con otros tiempos de transición, en los que las pequeñas comunas aisladas fuertemente segregadas del territorio productivo y social terminaron por generar una modelización capaz de ser semilla para una regeneración post- destrucción, una tercera dimensión incomoda.
Lo que ocurriría aquí con este proceso universal, consustancial cada vez más con la propia dinámica de los sistemas de moda, es que ahora debe especializarse al tiempo que transfiere desde cada parcialidad, mediante un intefax, las consecuencias de esa investigación. Ya vivimos esa procesualidad de manos de MVRDV o de Koolhaas que se aplican a las Costas Ibéricas o a las Grandes Superficies o, también, por la presencia de profesionales que trasmutan las bases de una disciplina en aperturas sucesivas y desestabilizadoras de los principios sólidos de una arquitectura que ya no es moderna.
Laboratorios, transdiciplinariedad, interculturalidad, injertos, hibridaciones, mezcolanza, genealogías, publicitación… y tantas otras estrategias de seducción e innovación que buscan básicamente constituir el plus de reconocimiento de la operación que se protagoniza y así, ser alguien en este nuevo mercado. Habría como una especie de paralelo de vidas entre las del turismo y las de la arquitectura y, casi por casualidad, se afirmaría ese viejo principio retórico de la forma rizomática.
Donde están los límites y el peligro están las soluciones, así lo ha demostrado una extensa casuística reciente que avanza desde diversos frentes para encontrarse en procedimientos, enfoques y dinámicas comitentes. Agamben las caracterizaría como espacios donde, positiva o negativamente, cesan los derechos recogidos en las biopolíticas: barriadas masivas sin articulaciones urbanas, vacíos territoriales en los que es posible reconocer las huellas de un pasado lleno de posibilidades alternativas con tal que pueda ser puestos de nuevo en carga híbrida de temporalidades concomitantes, pequeños y elitistas ensayos de sociabilidad altamente estetizadas en sus escenificaciones algo nostálgicas, lugares para el encuentro de la interculturalidad que desvelan lo común y lo próximo de lo diferente y lo lejano, en fin, la sempiterna batalla de la retracción, el equilibrio y la climatología de un territorio que se quiere sostenible, ecológico o simplemente temático.
Sí, la arquitectura está en ello y, por eso, lo está en el turismo. Mucho más allá de sus regresiones formalistas o de sus policías tecnológicas de la acción disparatada del capital financiero o de sus racionalizaciones del gasto y la puesta en obra, de su ajustada colaboración de técnica y producción, que inevitablemente seguirán acompañando con mucho esta colaboración, aquí se encuentra algo que autores como Bataille, Canetti, Houllebecq o Handke han puesto de manifiesto: la interrelación entre los arquitecturizados espacios de la vida y el deseo. Es posible ahora volver a ese particular hilo rojo de nuestra contemporaneidad de la mano de una vida que ha subsumido la abstracción. Despliegue del deseo atendido a la par por todo el postestructuralismo que, sin embargo, encuentra el arranque de una dialógica extensiva de sus argumentaciones en los cínicos recovecos de Houllebecq: la pulsión al encuentro gratuito del intercambio de placer, imposible en un occidente cauterizado por la racionalidad, que necesita del turismo como conducto que le permita encontrar de nuevo, idílicamente, ese vellocino de oro. La relevancia de ese encuentro de intercambio puede ser introducida idealmente, como una pura ficción, por una arquitectura que aún no ha aprendido -prendida en su función moderna de orden y control- que ella no es sino algo nacido posteriormente a la constitución básica de la respuesta a la pregunta de Sloterdijk: ¿dónde está el individuo?
LABORATORIOS PARA UNA COSTA INTELIGENTE:
Acerca de los medios y las herramientas para la invención de soportes para el turismo.
Luz Fernández-Valderrama Aparicio
El problema inicial de cualquier arte, es el de la necesaria ruptura del espejo, de los espejos de las yoidades ya sean individuales (el autor) o colectivos (el estado, el mercado , los medias…). Romper el espejo para que surja, en libertad, el acontecimiento, para que emerja con energía una porción de realidad.
Es nuestra trampa y la trampa, a la vez que el síntoma, de todas aquellas situaciones contemporáneas que se nos ofrecen como obsoletas, problemáticas, o dicho con unos términos, desafiantes y excesivas.
El turismo, y en concreto el turismo de costa es una de esas situaciones problemáticas que no deja de reflejar las energías humanas del capital, del mercado o de los medios de comunicación, construyendo una relación con el medio que cada vez se hace menos sostenible -y por ello amenazadora de la preservación- en vez de inaugurar o dar forma a un nuevo modo de libertad que, sin anular estas fuerzas, las dirija y las encauce hacia un modelo de territorio o ciudad donde sea posible el reconocimiento de unos nuevos órdenes.
La situación es ya alarmante, podemos hablar de un territorio doble, necesitado de una urgente relectura, pues su catástrofe es también el potencial, la energía activa fructífera para otro proceso de creación: la arquitectura de cada época debe dar respuesta a las situaciones problemáticas del momento que le ha tocado vivir, ese es el mandato soberbio de la modernidad. El proyecto contemporáneo lo descubre en el fenómeno turístico, que con una densidad alarmante, acoge a todos los problemas Y LAS POSIBILIDaDES de la ciudad contemporánea, concentrados la mayoría de las veces en el tiempo y en el espacio.[1]
Y así alcanza a pensar que el interés del proyecto de arquitectura no está ni en la brillante construcción de más objetos para un paisaje que no los demanda, ni tampoco en una idealidad como excusa dominadora de su realización. El interés del proyecto contemporáneo se encuentra en la capacidad para desvelar cuáles son los problemas contemporáneos, dónde están las INSURRECCIONES ENTRE LOS HOMBRES Y LA MATERIA, dónde y porqué se revela la realidad, demandando otras opciones que sean aptas para los nuevos tiempos, para así trabajar con estas insurrecciones, con los problemas-temas que almacenan la Energía Activa en la que necesariamente debe navegar todo el proceso del proyecto.
Pero la argumentación que para los problemas ofrecen las arquitecturas para estas situaciones, no surgen del simple análisis y estudio de los mismos, es necesario ir más allá, ya no es posible enunciar las bases para nuevos programas territoriales, tal vez más complejos y seguro y mucho más híbridos, la cuestión está en el proceso a través del cual se llega a la definición de esos programas.
Se está haciendo cada vez más importante para los arquitectos operar a dos niveles, uno en el que se produce la arquitectura y otro independiente de la arquitectura, que intenta comprender al nivel más básico qué está ocurriendo en el mundo y cómo afectan estos fenómenos a la arquitectura.[2]
El problema no está en cambiar los programas e inventar unos nuevos, el problema está en los procesos y en las herramientas utilizadas para definir y gestionar estos programas. También en esta campo, la Arquitectura ha cambiado sustancialmente, no sólo en la manera de trabajar con el programa, sino en la manera misma de entender qué es actualmente el programa y cómo nos interesa trabajar en nuestras mesas de trabajo en este sentido.
En la Arquitectura de los años cincuenta, se evolucionó desde la preocupación de adaptar la forma del proyecto a la definición de un programa, hasta hacer del programa un punto de apoyo para la forma del edificio. El funcionalismo tenía como cometido que el edificio fuera explícito en su cometido funcional, e incluso, que se hiciera comunicable, fácilmente reconocible. Incluso la novedad y la riqueza de los usos constituían un valor añadido de la arquitectura y más si ésta se ordenaba visualmente en función del orden programático de sus funciones: el núcleo técnico de la casa Farnsworth, los espacios sirvientes y servidos por Kahn, el maclaje de volúmenes de la iglesia aaltiana de Imatra, las rupturas morfológicas de la casa Ugalde o los leves gestos de los apartamentos Borsalino pretendían hablar de espacios para usos distintos y de la evidencia perceptible de estas diferencias. Una arquitectura nacida de la abstracción buscaba, en la particularidad de cada programa, una de las razones de su justificación formal. Zonificadas, orgánicas, constructivas, las razones funcionales articulaban la forma arquitectónica y su expresión.[3]
La arquitectura contemporánea sin embargo encuentra una nueva actitudes en la manera de trabajar el proyecto con el programa: estos proyectos, ni se adaptan al programa, ni hacen de él una excusa para encontrar el sentido de la forma, estas arquitecturas re-inventan y re-activan el programa con el proceso del proyecto.
Pero el cambio no ha sido sólo en la manera de trabajar con el programa, sino en la manera misma de entender qué es actualmente el programa y cómo nos interesa trabajar en este sentido: Si primero fue la función, una noción en la que ni siquiera se osaba a tantear cuestiones más amplias, el programa apareció luego como una capacidad más del proyecto, como una dimensión superior en la que el proyecto podía proponer otra organización de este programa, pero sin cambiarlo sustancialmente.
Ahora el programa ya no es ni función ni organización sino que ha pasado a ser, en primer término, información. Los proyectos se han empezado a imponer la necesidad de trabajar con una gran cantidad de información sobre las mesas de trabajo: ya el trabajo no dependen de “la idea”, sino que nos obligamos a gestionar una gran cantidad de constricciones. El proyecto se mueve necesariamente en el plano de la realidad, realidad compleja, inabarcable, sólo se deja cortar parcialmente.
Pero ¿porqué hemos pasado del programa a la información?: porque el programa no es otra cosa que la información gestionada por el “aparato del estado”, usando términos de Deleuze y Guattari, y ahora, sobre todo, por los medios de comunicación. Pasar del programa a la información es relativizar el papel de la institución y encontrar en este trabajo las bases para desestabilizar los órdenes impuestos por las viejas instituciones. Este es uno de los campos más fructífero del proyecto, descubrir nuevos órdenes bajo los viejos órdenes establecidos.
Hay que descubrir el error y no la verdad.
- Suares.
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Pero la información se multiplica cada vez más. Para filtrarla y hacerla operativa, el proyecto construye, en vez del viejo programa, un nuevo orden que adquiere la forma de mapa o de figura, en el fondo es sólo una manera para empezar a filtrar la información, para cualificarla de una determinada manera impuesta por una lógica que es el proceso de investigación el que la genera. De ahí surgen los denominados “paisajes de datos”, al alcanzar esta plena conciencia de que efectivamente la realidad sólo se puede cortar a través de múltiples capas que se superponen unas a otras, simultaneas y superpuestas a la vez.
Más que de programas –información- y lugares -situaciones- deberíamos hablar de neo-contextualismos en el que se mezclan datos que tienen que ver tanto con el programa -descompuesto ya en información- como con la situación o el lugar, como con la temporalidad del proyecto o de sus usos, con los deseos de los sujetos o la realidad antropológica con la que vamos a trabajar en el proyecto.
Función
V
Programa
V
Información
=
Neo-contextualismo
El cambio sustancial es que ya no es el programa, o en su origen la función, el punto de partida para el proyecto, sino la información en general, gestionada a través de paisaje de datos- compuesto por multitud de capas que provienen del campo de la antropología, de la sociología, climatología, topografía, fluctuaciones de las actividades… Ya no es con las ideas con lo que el proyecto se quiere enfrentar sino con la realidad, compleja e inabarcable y esa es su riqueza y ahí es donde está el gran campo de posibilidad de proyecto contemporáneo. Sólo así podremos ser incluso utópicos. Como citaba Vicente Guallart en el Seminario de Arquitectura Radical, Hoy lo más realista, es ser utópicos.[4]
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La ciudad turística, es una de esas situaciones contemporáneas que nos remiten a muchos otros lugares y, en gran parte, en esto radica el interés de estudio. |
Por su desvinculación -cultural y económica- con los tejidos en los que se insertan y por la capacidad de ser definidas como “secuencias de acontecimientos”, tienen como cualidad inherente la fácil traducción de sus energías en datos y por ello la posibilidad de estudiar en ellas situaciones genéricas y prototípicas muy esclarecedoras para el estudio y construcción de la ciudad contemporánea.
El camino es construir “máquinas de guerra”, HERRAMIENTAS que gestionen la información de otra manera, desvelando las nuevas posibilidades de lo real. Deberíamos por ello dejar de hablar de proceso del proyecto, palabra que se asocia a la disciplina de la arquitectura, para hablar de LABORATORIOS.
–Laboratorios participados porque este proceso ya no le pertenece exclusivamente a la arquitectura sino que es necesariamente transdisciplinar -y necesariamente social-, deberíamos apostar por ellos como medio contemporáneo para la construcción de lo real, de los nuevos modos de libertad que cada situación demanda.
–Laboratorios de conocimiento y de acción, porque son herramientas potentísimas para cortar la realidad, para conocerla y simultáneamente para reinventarla o renovarla dejando que la energía activa emergente en forma de problema, y la historia, se unan en el acontecimiento: hoy todo ha terminado, la construcción de lo real va al mismo ritmo que la construcción de la herramienta, la producción de la herramienta es lo mismo que la construcción del mundo.[5]
–Laboratorios para el arte, porque vuelve a estar de la mano del arte la solución, o mejor dicho ciencia y arte ya no pueden ser dualidades en la acción sobre el territorio: es necesario gestionar la información creativamente porque sigue siendo el arte lo que no se repliega ni al mercado ni a la crítica ni a la academia, liberando nuevas realidades, liberando a las colectividades, pero también a nuestros paisajes o a nuestros territorios. La misión del laboratorio es construir un nuevo modo de libertad, las estrategias manipularán la información de manera insospechada, como siempre suele hacer el arte.
–Laboratorios terapéuticos, Alguna vez se sabrá que no había arte sino medicina, decía Nietzche, indudablemente marcado por su realidad biográfica. Hoy esta frase nos hace pensar que no hay solución sin alcanzar un nuevo orden más sostenible, energéticamente más provechoso y territorialmente menos destructivo. Ya no es posible trabajar sólo para retirar las células enfermas o sustituirlas, es un problema del sistema inmunológico, no se puede atacar el problemas en la superficie sino que es necesario agenciar –creativamente- las herramientas y los instrumentos para trabajar con los problemas desde su origen.
Es únicamente en estos laboratorios de donde puede surgir los nuevos proyectos, los nuevos enunciados y programas para una costa turística sostenible, soluciones que vienen de la mano del arte, de la ética y de la medicina, si es que todavía los podemos enunciar como campos independientes. Nuestro esfuerzo consistirá en ponerlos en marcha. [6]
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-Laboratorios de arquitecturas sin nombre.
Es el viaje el verdadero laboratorio del conocimiento. Es él el que sitúa a Ulises en la tarea y el deber del ver y el conocer. Son estas las disposiciones que deciden la nueva relación con los acontecimientos, con las cosas… Quien parte, quien abandona la transparencia de lo conocido, se encuentra en primer lugar con la no transparencia, lo oscuro, aquello que desde el no conocimiento se resiste y protege a la sombra. El primer viaje es siempre hacia la sombra, el lugar sin-nombre, que se nos oculta, enigma. Francisco Jarauta, “Las metamorfosis de Ulises”.[7]
Montar laboratorios sobre los sitios del viaje –el origen del tour (turista)-nunca ha tenido tan lejos el sentido último del viaje como camino de transformación.[8] El problema de las arquitecturas para el turismo es que se han hecho demasiado predecibles, ya no son la respuestas a esos lugares sin-nombre a los que queremos ir, sino que reproducen otros muchos lugares, muchas veces, demasiado conocidos, por lo que el viaje –tour- deja de ser un encuentro con lo desconocido, sino un reconocimiento de nuestros supuestos: son transparentes. La misión del laboratorio debería ser inventar arquitecturas opacas: que desvelen lo diferente de los lugares, de las situaciones, de los acontecimientos, de los problemas.
-Laboratorios de arquitecturas negociadas.
En el viaje contemporáneo, y en la realidad cotidiana, las experiencias se aceleran, los medios de comunicación se multiplican, y así se condensan en el tiempo y en el espacio las experiencias y los acontecimientos. ¿No debería pasar lo mismo con la arquitectura?: la arquitectura debe acelerarse en el espacio haciendo compatibles actividades que antes no lo eran. Tal vez una de las estrategias para negociar estas acciones o acontecimientos sea trabajar con el factor tiempo como una dimensión más del espacio, arquitecturas que se hacen estacionales o temporales, negociando así diferentes usos en diferentes secuencias temporales. Arquitecturas reversibles, compatibles o recicladas, estrategias necesarias para construir la ciudad lineal turística más sostenible: Una ciudad sostenible es aquella capaz de diseñar una estrategia para aumentar la complejidad, que, en otras palabras, significa aumentar la probabilidad de contactos entre los diversos elementos sin aumentar el consumo de energía y de recursos… El aumento de complejidad en diversas áreas de la ciudad supone concentrar en un mismo espacio elementos de características distintas.[9]
Las prestaciones necesarias para estas arquitecturas serán la capacidad estratégica y la capacidad de negociación, concepto clave para la arquitectura contemporánea, como tal vez en otro momento fue la funcionalidad. La capacidad de negociación es un índice de la flexibilidad necesaria de los nuevos soportes que propongamos.
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Es dentro de esta estrategia general desde donde se le puede dar respuesta a la difícil dicotomía entre la demanda de deCrecimiento que plantean cierta teorías[10] y la incuestionable necesidad de crecimiento de toda sociedad capitalista; una posible resolución de la paradoja podría consistir en plantear crecimientos inversos o crecimientos recursivos, crecimientos sobre sí mismo, crecer sobre la variable tiempo, de manera recursiva -las estacionalidades en la ocupación de la costa permite pensar otras estrategias de ocupación compatibles que a su vez reactiven continuamente el tejido que utilizan como soporte- o crecimientos inversos, planteando el crecimiento de esos programas que nunca han sido objeto del proyecto de arquitectura y que ahora emergen como material necesario y no prescindible. Nos referimos por ejemplo a la construcción del “bosque urbano” o el “parque natural urbano”. Ampliar estos programas, en ocasiones en detrimento de otros, y otras en constante negociación con los mismos, es una medida, no sólo curativa, sino preventiva de la imparable ciudad lineal costera. O negociar dentro de los planes parciales, la calificación del suelo en altura, apostando por la compatibilidad en vertical, liberando horizontalmente suelos para el crecimiento de estos otros programas necesarios en nuestras ciudades.
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El reto estará en ser capaz de producir estos laboratorios participados (disciplinar y socialmente) y con ellos los soportes necesarios para la ciudad –turística– contemporánea, agenciando así los nuevos modos de libertad social y nuevos modos de libertad territorial. De otro modo sólo serán, de nuevo, reflejo y especulaciones de nuevas “yoidades”, esta vez más sofisticadas y complejas.
Bibliografía:
AAVV. Mutaciones. ed. ACTAR, Barcelona 2000.
A.A.V.V. Reinventar el destino. Reflexiones sobre el Espacio Turístico Contemporáneo. E.U.especiales de urbanismo nº3, Recopilación a cargo de Joaquín Casariego y Elsa Guerra. Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, 2005.
Deleuze G.y Guattari F., Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia. Pre-textos, Valencia 1994 (París 1980).
Folch, Ramón. Diccionario de Socioecología. Planeta, Colección “Diccionarios de autor.” Barcelona 1999.
García Espuche y Rueda, Salvador. La ciudad sostenible. Centro de Cultura contemporánea de Barcelona, Barcelona 1998.
Houellebecq, Michel. Plataforma, Editorial Anagrama, Barcelona, 2002 (París, 2001).
Jarauta, Francisco, “El viaje como identidad cambiante: las metamorfosis de Ulises”. Conferencia inédita, perteneciente al curso: “Un viaje fantástico. El periplo de la Creación” de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 11 de agosto de 2005.
Negri, Toni. Arte y multitudo. Ocho cartas. (original: Arte y multitudo. Sette lettere del diciembre 1988) Editorial Trotta, S.A. (Minima Trotta) Madrid, 2000.
Solá Morales, Ignasi. Diferencias. Topografía de la arquitectura contemporánea. Ed.GG Barcelona 1995.
Imágenes:
Las imágenes pertenecen a los alumnos de Proyectos 4 de la E.T.S.A.S. para el proyecto de investigación “Hacia una Costa Inteligente” en el curso 04-05. Profesores: Sara de Giles, Ignacio Capitán y Fdez.Valderrama.
1.Indice Google: A.Ariza Roca y J.M. Martos Leiva.
2.Flood(ing)costa!: J.A.Pavón González, F.J.Martínez Navarro, F.Pérez Alcántara, M.Pérez Gonzalo, P.Pérez Lucas y M.Rego Gómez.
3.Mapas AGROECOTURISMO: F.Castillo Navarro y F. Fernández Gallardo.
4.DISTRITOS ENERGÉTICOS: S.Lorca López, H.Lozano Jiménez y A.Martínez Huelva.
5.ESTANCIAS REVERSIBLES: L.Contreras Solozano y M.P. García Gómez.
6.PARQUE NATURAL URBANO: P.Montero Baena, A. Moragues Campos, G. Navarro Ortuño.
[1] La velocidad de desarrollo a la que la costa española se ha visto sometida en sus dos “boom’s” turísticos, tanto en los años sesenta, en su primera implosión turística, como en los ochenta y noventa, ha evidenciado una incapacidad desde los diferente actores involucrados para abordar los procesos contemporáneos. Éstos parecen no haber intervenido en el territorio más que con “lógicas posibilistas o eficacias coyunturales”. El turismo en España, en su estado actual de desarrollo, puede ser considerado como un espejo de la ciudad contemporánea, reflejando el funcionamiento de su propia sociedad. La industria del ocio ha ocupado territorios siguiendo estrategias de oferta y demanda, jugando un papel crucial sobre los nuevos modelos de asentamiento en el consumo del territorio, principalmente de costa. Los códigos sociales se han superpuesto y distorsionado, nuevas tipologías de arquitectura turísticas son inventadas. El territorio se comprime y se genera una interrelación de nodos basados fundamentalmente en la creciente movilidad, la hibridación del paisaje y la especialización del turismo de playa urbana como desarrollo de una tecnología turística que acentúa la eficiencia del uso del territorio. A partir de esta lógica hemos de considerar como determinantes estos parámetros territoriales con la finalidad de ser capaces de leer la realidad de los nuevos fenómenos. En relación a los tres parámetros anteriores el rol del tiempo se convierte en elemento catalizador de este nuevo entendimiento de la lógica territorial-turística: las necesidades cambian a mayor velocidad, así una organización dependiente del tiempo debe ser lo más variada y amplia posible. Los turistas consumen experiencias, es por ello que empezamos a pensar sobre la ciudad como una secuencia espacial de acontecimientos. La migración de población hacia la costa y la conocida lógica turística dibuja una ciudad lineal continua desde Cataluña hasta Andalucía.
Manuel Gausa, material entregado el proyecto “HACIA UNA COSTA INTELIGENTE” de la Bienal Internacional de Arquitectura Rotterdam.
[2] Mutaciones pag.116.
[3] I. Solá Morales , Diferencias. Topografía de la arquitectura contemporánea. Pag.17.
[4] Conferencia impartida en el Seminario “Arquitectura Radical”, dirigido por Francisco Jarauta en Febrero del 2002.
[5] Toni Negri. Arte y Multitudo. Ocho cartas. Pag.62.
[6] Desde Septiembre del 2004 a mayo del 2005 ha tenido lugar uno de estos laboratorios bajo el proyecto de investigación denominado “HACIA UNA COSTA INTELIGENTE” de la Bienal Internacional de Arquitectura Rotterdam. El trabajo fue realizado por profesores y alumnos de diferentes escuelas de arquitectura de España, formando grupos interdisciplinares de trabajo. Los resultados deben enmarcarse tanto dentro del campo del diagnóstico y análisis como en el campo propositivo del proyecto de arquitectura: herramientas al fin y al cabo de conocimiento y de construcción.
“HACIA UNA COSTA INTELIGENTE”, Bienal Internacional de Arquitectura Rotterdam: Programa 2005 > Tema El Agua – Los flujos y el arca. 2nd edición, Adriaan Geuze, comisario, George Brugmans, director.
Coordinador de España – Manuel Gausa.
Coordinador de el equipo de la E.T.S.A.S.: José Morales Sánchez.
El trabajo de investigación ha sido elaborado por alumnos P5, P4 y P2 de la ETSAS a cargo de los profesores: José Morales, Sara de Giles, Juan González Mariscal, Jose Luis Bezos, Julio Barreno, Ignacio Capitán y Luz Fdez.Valderrama. Profesores colaboradores: Santiago Cirugeda, Fernando Díaz de Pulgar y Carlos Morales.
[7] Conferencia inédita, perteneciente al curso: “Un viaje fantástico. El periplo de la Creación” de los Cursos de Verano de la Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 11 de agosto de 2005.
[8] Ha sido tal vez Houellebecq, en su libro Plataforma, el que nos ha mostrado una posible conciliación, no occidental, ni traumática (sólo aparentemente), entre el turismo contemporáneo y el viaje de Ulises: “En resumen, el turismo como búsqueda de sentido, con la sociabilidad lúdica que favorece y las imágenes que genera, es un dispositivo de comprensión gradual, codificada, y no traumatizante del exterior y la alteridad”. Rachid Amiruo (en Plataforma, de Michel Houellebecq).
[9] García Espuche y Rueda, Salvador. La ciudad sostenible. Pag 100.
[10] “La sostenibilidad es decrecimiento: Hemos de (re)plantearnos las nociones y los conceptos de crecimiento y desarrollo para literalmente crear una nueva región conceptual sobre la sostenibilidad. Como es bien sabido, la cuestión de las relaciones y oposiciones entre crecimiento y desarrollo fue un tema recurrente en la bibliografía y en los debates de los años sesenta y setenta. En las décadas posteriores quedó literalmente arrinconado como asunto y hoy, con la irrupción de la noción de sostenibilidad, vuelve a adquirir una posición central en los debates… No se puede seguir manteniendo que el crecimiento no es el problema. El problema es el crecimiento y no el desarrolllo, cuya formulación teórica –e instrumental– es posible… Por tanto el horizonte es el decrecimiento”. Alfredo Rubio Díaz, material para el curso de Doctorado 05-06 “Ciudad y Arquitectura sostenible para un futuro europeo” de la E.T.S.A.S. Inédito, junio 2005.